sábado, 12 de março de 2011

La medicina de montaña.

José Ramón y María Antonia, en el campo base del Manaslu

José Ramón Morandeira es conocido entre alpinistas de todo el mundo que vienen a ser tratados por él de sus congelaciones al Hospital Clínico de Zaragoza. Su vida es un ejemplo de pasión, dedicación y vocación a la montaña y la medicina a la que tenemos mucho que agradecer. Cercana su jubilación, toma el testigo la doctora María Antonia Nerín, una de las primeras profesionales del mundo en cuya puerta reza “Especialista en Medicina de Montaña.”

José Ramón Morandeira es conocido entre alpinistas de todo el mundo que vienen a ser tratados por el de sus congelaciones al Hospital Clínico Universitario de Zaragoza. Su vida es un ejemplo de pasión, dedicación y vocación a la montaña y la medicina a la que tenemos mucho que agradecer. Uno de los creadores de los grupos de rescate medicalizados en España, y alguien que ha conseguido estructurar las enseñanzas de medicina de montaña con resultados como el Master Internacional impartido por la Universidad de Zaragoza.
Cercana su jubilación, toma el testigo la doctora María Antonia Nerín, una de las primeras profesionales del mundo en cuya puerta reza “Especialista en Medicina de Montaña.” En la Universidad de Zaragoza realiza sus investigaciones y expande sus conocimientos con el Máster Internacional de Medicina de Montaña, referencia mundial; desde el sistema aragonés de salud, con los grupos de rescate medicalizados ha conseguido algo que podría resumirse con en esta frase de Urs Wiget que produce un pequeño escalofrío y no necesita mayor explicación: “la analgesia en el lugar del accidente es un derecho humano”.

El nacimiento de una pasión; el nacimiento de una vocación
Muchos de tus trabajos y esfuerzos han servido de forma muy importante para la creación de los grupos de rescate en montaña, de los que fuiste uno de los principales pilares en su fundación. ¿Pero como nació tu pasión por la montaña?

Operando a una mujer sherpa de una herida de asta de yak

Mi pasión por la montaña nace de una tradición familiar que se remonta a dos siglos atrás. En el siglo XIX hubo una epidemia de peste, y mi tatarabuelo decidió refugiarse con su familia en la Virgen del Moncayo. Hubo muchísimos muertos por esta epidemia, pero a mi familia (que estaba compuesta nada más y nada menos que por 14 hijos) no les pasó nada. Al terminar la epidemia mi familia hizo una promesa: todos los años irían a la Virgen del Moncayo. Y 2 siglos después, esa tradición sigue cumpliéndose. A mi me la transmitieron, y yo la he transmitido a mis hijos.

De esa manera, tenía tan solo 7 años la primera vez que alcancé la cima del Moncayo. Y aquello me gustó. Además, mis tías también eran montañeras, en mi familia siempre ha habido una tradición. Por eso, cuando me preguntan, siempre digo que yo no soy montañero pirenaico...¡soy montañero moncayino!

Y por otro lado está tu papel en la sistematización e investigación de los estudios de medicina de montaña, que han terminado con la creación del Máster de Medicina de Montaña de la Universidad de Zaragoza, referente mundial de la especialidad. ¿Cómo nació tu vocación médica y cómo se encontraron ambos mundos?

No era un mal montañero. Y era un buen escalador. Pero...se me ocurrió estudiar medicina, como mi padre y otros familiares...¡¡podríamos decir que ése fue mi gran error!! A partir de ahí, cada vez que había un accidente, los compañeros se volvían y decían...que se encargue éste....y esto me involucró. Desgraciadamente, en lugar de poderme dedicar al montañismo puro y duro, que era lo que yo quería, me desvié a la atención a los accidentados. Porque esto es algo que enseguida supe: es muy difícil que en una expedición, y más en aquella época, un médico suba a la cumbre....uno se pone malo, el otro se cae, el otro tiene problemas intestinales, el otro tiene mal de altura...y eres tú el que tiene que estar con ellos, bajarte con el primero que se pone malo...

Atendiendo a un nepalí

Pero realmente, mi destino definitivo tuvo lugar en el año 62, escalando en los Alpes, en la Brenva, en el Mont Blanc, por la parte italiana, se me congelaron los pies. Esto fue definitivo. Porque cuando volví a España el cirujano que me trató me quería cortar los dedos de los pies. Y yo no me dejé. En Chamonix había conocido a un cirujano que me había abierto nuevos caminos.

En España, aunque la gente no lo sepa, había mucha experiencia en congelaciones, porque los cirujanos habían estado en la guerra, sobre todo los que habían estado en el frente de Teruel...allí hubo muchísimos congelados. Lo que se hacía entonces era lo que hacían los cirujanos de guerra: cortar por lo sano. Y puedo asegurar que el cirujano que me trataba ponía la mejor de las intenciones al querer cortarme los dedos, y pensaba que era lo mejor y lo único que se podía hacer; porque ese cirujano era mi padre...¡¡algún interés tenía!!

Pero no me dejé. Dije que no, que me negaba. Por aquel entonces estudiaba 2º de medicina. Y empecé con el tema de las congelaciones, tras conseguir salvar mis dedos. Esto fue definitivo, porque al día siguiente todos los escaladores y montañeros de España sabían que Morandeira, el montañero aragonés, estudiaba medicina y trataba las congelaciones sin cortar dedos... Y ya empezó casi como norma que si había una expedición, cualquier cosa...tenía que ir.

Curso de la CISA en Katmandú

¿Había antecedentes en España en cuanto a la medicina de montaña?

Podríamos remontarnos a muy atrás. Esto no es nuevo, porque no es nueva la presencia humana en la montaña. En la Edad Media se crearon los Hospitales de Montaña en los Alpes y los Pirineos. El Hospital de Santa Cristina de Candanchú era uno de los más famosos de la cristiandad, punto de entrada del ramal más antiguo de los que entraban por los Pirineos del Camino de Santiago. El Hospital de Benasque también se creó para atender a los peregrinos.

En España había habido algún antecedente en medicina de montaña. Había habido especialistas en varios sitios, especialmente en Aragón, Cataluña y el País Vasco, porque son territorios de montaña o con muchos practicantes. De hecho, podría considerarse a los primeros médicos de montaña del país a los médicos de Baños en Panticosa y Benasque.

Y por otro lado, como ya he dicho, estaban los médicos militares. Especialmente en Jaca, en donde estaba la Escuela Militar de Alta Montaña, los médicos militares se especializaban. Hubo uno, tío mío, que se llamaba Serrano Vicens, que fue Teniente Coronel Médico. Fue importante porque creó lo que hoy en día llamaríamos protocolos para instrucción sobre prevención de accidentes y actuación en caso de producirse uno...aludes, congelaciones. También recogió mucho material sobre asistencia en montaña, que hoy en día conforma un excelente museo que se encuentra en Jaca. Es uno de los mejores del mundo sobre medicina de montaña, y está muy bien conservado. Hay cosas como camillas de montaña del siglo XVIII...

En los años 50 el doctor catalán Augusto Castelló i Roca fue nombrado asesor médico de la Federación Española. También una gran labor la del neurocirujano vasco y excelente montañero Mariano Arrázola. Todos ellos fueron mis antecedentes y de ellos aprendí.

Los rescates de montaña: creación de los grupos profesionales
¿Cómo estaba por entonces el tema de los rescates en la península?

Entonces no había grupos de rescate. Pero hay que destacar la gran labor que desarrollaron los montañeses, como guías y rescatadores. Esas misiones eran suyas, no de los montañeros.

En el año 63 se funda un grupo de voluntarios dentro de la Federación , pero era algo muy rudimentario. Los más jóvenes tienen que hacerse a la idea de cómo eran aquellos años. No había casi coches, las carreteras eran terribles, no había casi teléfonos. Se creó una lista de montañeros; en caso de accidente, se empezaba a llamar a los de la lista, a ver a quién localizabas. Dar el aviso desde la montaña...casi había que hacerlo con tam-tam, ya podía suponer un día. Una vez localizados, había que subir al Pirineo, llegabas dos días después del accidente, y entonces había que subir...así que el rescate no solía producirse, porque cuando llegabas o ya había podido salir, o ya había fallecido. Además, el grupo de voluntarios era gente que trabajaba, tenía problemas para ausentarse...

Y la medicina te llevo a la creación de los grupos de rescate profesionalizados en España

En el año 1964 Pepe Diaz, presidente de la Federación aragonesa, me encargó la creación de un grupo de socorro en montaña, probablemente porque al ser médico que me estaba especializando en montaña pensó que era el más adecuado. La Federación Española también colaboraba mucho, y como el gran problema de todo el país estaba en aquí, decidió contar con la aragonesa. La gran mayoría de accidentes de montaña de España tenían lugar en Aragón, y la mayoría de rescatados no eran aragoneses. Esto no ha cambiado mucho. Por eso era urgente la creación aquí del primer grupo de rescate, para después extenderlo a todo el país.

Y tras analizar los datos y los hechos, tuve una idea que vista ahora puede parecer normal, pero que desde luego entonces no lo era: en el año 66 consideré que era la Guardia Civil la que tenía que hacerse cargo de los rescates, y así lo propuse. Quiero destacar la inestimable ayuda que tuvimos por parte de Françóis Didelin, Presidente de los Grupos de Socorro del Pirineo francés, con quien el montañismo español tiene una deuda imperecedera, y que fue quien animo a imitar el modelo francés (gendarmería-guardia civil) frente a sistemas como el suizo o el italiano tras examinar la situación.

Quizás debieras explicar por qué consideras que no fue normal esa solución, la de elegir a la Guardia Civil como responsable de los rescates.

Una vez más, los más jóvenes tienen que situarse en el contexto de la época. Por aquel entonces a mi la Guardia Civil ya me había detenido 3 veces. En dos de ellas me acusaron de paso ilegal de fronteras, mientras cruzaba a Francia practicando el montañismo, en una de ellas también me acusaron y detuvieron por contrabando, ya que me había comprado en Francia unas cuerdas y unas clavijas. En mi tercera detención me acusaron de amotinado, porque montamos una fiesta en Riglos y dijeron que aquello era una cosa subversiva. Era una dictadura...

Pero es que además, la dictadura, para evitar accidentes de montaña, tomó la decisión de prohibir la escalada. Esto ahora puede sonar a chino a los más jóvenes, pero fue así. Y los encargados de hacer cumplir escopeta en mano esta prohibición fueron los Guardias Civiles. Nos bajaban a escopetazo limpio de las paredes...

Os podéis imaginar cuando propuse que se hiciera cargo la Guardia Civil lo que me tuve que oír: fascista fue lo más fino.... Pero tras darle muchas vueltas, y teniendo en cuenta la época en la que se estaba, pensé que era la mejor solución para crear un grupo de rescate.

¿Por qué?

Lo primero que hay que decir es que los únicos que estaban en la zona eran los Guardias Civiles. Así que lo lógico era que fueran ellos, que estaban allí, y llegaban los primeros.

Cuando llegábamos a rescatar, nos encontrábamos a los guardias esperando, en ocasiones ya más de un día. Ellos no acudían como rescatadores, sino como vigilantes y como Policia Judicial. Tenían órdenes de no tomar la iniciativa en el rescate, aunque solían colaborar por solidaridad una vez llegados. Esto trajo problemas a algún guardia por castigo de sus mandos. Aunque con sus capotes y sus fusiles “naranjeros”, la verdad es que poca cosa podían hacer para ayudar, no podían casi moverse por la montaña. Y además, aunque se pensaba exportar la experiencia a Cangas de Onís, Navacerrada, Sierra Nevada... en un principio estarían en el Pirineo, y tendrían que colaborar estrechamente con los cuerpos franceses, que eran los gendarmes. Así que era lógico que aquí fuera el cuerpo equivalente para evitar problemas de jerarquía.

El gran alpinista francés y dibujante de temas montañeros Samivel estuvo en España y vio un rescate en el Pirineo. Lo dibujo, y la viñeta fue censurada y prohibida su publicación en España. En ella se veía a un grupo de rescatadores cruzando un nevero, arrastrando un camilla. Y están escoltados por la Guardia civil con sus capotes y sus fusiles, 1 delante y 3 detrás, vigilándoles. Más bien parece un traslado de prisioneros que un rescate...

La Policía Judicial...eso fue determinante en tu decisión, ¿verdad?

Por mi profesión tenía conocimientos de medicina legal y jurídica. Y enseguida me di cuenta de algo: en España, en cualquier país en realidad, un juez quiere encima de la mesa un atestado de la Policía Judicial del Estado en caso de cualquier muerte no natural. Un atestado que resuma la investigación de la Policía Judicial y dicte las conclusiones sobre la muerte. Y también quiere un parte médico que indique las lesiones y motivo del fallecimiento. En España, sin una firma médica, ni tan siquiera pueden enterrarte. Por lo que pensé que la Policía Judicial y un médico, en el aspecto legal, serían necesarios en un rescate.

La Policía Judicial del estado era la Guardia Civil. Esto mismo habían pensado los franceses, y por eso habían decidido que fuera la Gendarmería quien se encargara de los rescates. Porque así se cierra el caso por parte del juez, se evita que llegue la familia, o cualquiera, y ponga dudas sobre la muerte, y haya que iniciar una investigación posterior. Esto puede sonar raro, pero además de que es la ley, y hay que cumplirla, no es tan raro. Tras 40 años comprenderéis que he visto de todo en cuanto a rescates: suicidios (más de los que se cree), asuntos poco claros, personas que se extravían a propósito por problemas tras discusiones en la montaña. De todo hemos visto. Un juez necesita de la presencia ineludible de la Policía Judicial en caso de accidente o muerte no natural, da igual que sea un accidente de tráfico, de montaña, o del tipo que sea.

¿Ya tuvisteis un vislumbre de cómo debería ser el servicio, como tendría que evolucionar a lo largo de los años?

Sí, pensamos ya en cómo debería ser en un futuro el servicio: un grupo profesional de rescate al que acompañara un médico. Así de simple y así de complejo. Esto no sólo permitía dar los primeros y fundamentales auxilios y rescatar al herido de forma correcta, sino que solucionaba todos los problemas legales que pudiera haber, con todos los papeles muy bien hechos para el juez, sin dejar cabos sueltos. Pensé que sería un sistema redondo. Y el tiempo nos ha dado la razón.

Es un sistema que posteriormente se ha exportado

En Aragón fuimos los primeros en crear los grupos de rescate, lo cual es lógico, si tenemos en cuenta que en esta tierra llegan a producirse casi el 50% de los rescates de toda España. Tiempo después, cuando otras comunidades los crearon, hubo quien adoptó el sistema aragonés, hubo quien decidió que fueran los bomberos los rescatadores. Y ahora estos últimos se han encontrado con el problema de que ellos no son policía judicial y al juez no le sirve su atestado. Así que en estos momentos tienen que hacer un hueco en el helicóptero para que vaya un policía, por ejemplo, un Mosso de Escuadra en el caso de Cataluña. Y esto impide otras presencias por falta de espacio, y un miembro del grupo que no es médico ni rescatador...ahora parece que se están planteando en que sean los Mossos los rescatadores, pero eso crea un problema con los bomberos ya formados, que habría que reconvertir.

Supongo que habrá habido anécdotas de todo tipo en un camino tan largo para conseguir aunar tantas instituciones...incluso para unir a los montañeros y Guardias...

Ha habido cosas divertidas y mezclas geniales en todo esto. Tuvimos que juntarnos, discutir...se vieron cosas como que para conocer la montaña y ver el funcionamiento de los cuerpos de rescate, el Director General de la Guardia Civil quiso subir al Aneto. Y por parte de la Federación tuvimos que ir Modesto Pascau y yo. ¡¡Modesto Pascau era el líder de la CNT anarquista en Aragón!! y allí nos tenías en el glaciar del Aneto con el jefe máximo de la Guardia Civil...creamos unas mezclas explosivas que funcionaron y que hicieron posible el gran cambio y profesionalización actual y que poco a poco cayeran las desconfianzas mutuas.

Otra muy buena es la del día del firma...tras años de funcionamiento del servicio con limitaciones, se decidió tirar a lo grande, convertirlo en lo que es hoy en día. Tras muchas negociaciones se firmaba el convenio entre la Guardia Civil y nosotros...acudimos a Madrid a reunirnos, al Cuartel General...y entonces ocurrió que un Teniente Coronel de la Guardia Civil decidió perpetrar un golpe de estado. ¡¡Nos pillo el 23F!!...pasamos unos ratos curiosos, “acojonados”, evidentemente...

Hace un tiempo tuve que dar una charla en la escuela de montaña de la Guardia Civil...el título que elegí fue...¡¡”La Guardia Civil...de demonios a Ángeles de la Guarda”!! Es uno de los mejores y más humanos cuerpos de rescate de todo el mundo. Algo reconocido en muchos países. Han trabajado como no podíamos ni imaginar. Y sobre todo, lo que fue fundamental: hubo mandos que aceptaron muy bien la idea, les encantó, y lucharon mucho por estos cuerpos de rescate.

Aunque en principio los sistemas de rescate eran para los montañeros, vuestra intención era que dieran servicio a los montañeses.

Una de mis principales preocupaciones era que esto no podía ser sólo para los turistas. La asistencia médica a los habitantes del Pirineo es muy limitada: hospitales a hora y media de coche, problemas en las carreteras, nieve en invierno. Esto tenía que dar un servicio incuestionable al montañés. El montañés es un ciudadano que paga el mismo IRPF que el que vive en Madrid, y tiene derecho a un buen servicio, no sólo ahogarle en la montaña porque los demás le obliguemos a vivir como nosotros jamás viviríamos, para que todo esté bucólico cuando subamos.

Y el mayor orgullo que tenemos es que los montañeses están satisfechísimos con el servicio de helicóptero, que les permite ser llevados rápidamente al hospital, pero que también les ayuda en su quehacer cotidiano. El otro día me encontré a un pastor en Estós y me decía agradecido...”¡esto no nos lo merecemos!” Claro que se lo merecen, eso y mucho más. Estaba con el ganado y le dio un cólico de riñón. Hasta ahora esto era terrible, imaginemos qué situación. Ahora, en 10 minutos estaba siendo tratado por el grupo de rescate medicalizado que ya le había calmado el dolor y le evacuaba a un hospital. Me decía...”¿cuándo nos había pasado algo así a los montañeses?” Si antes les ocurría algo así, vivían un infierno que no nos podemos ni imaginar. No podía dejar de agradecernos por algo que es un derecho que tiene. La montaña ha sido siempre la gran olvidada.

Se te ve orgulloso de lo conseguido en estos 40 años...

Estamos orgullosos. No he sido sólo yo, quiero dejarlo claro. Yo he sido el que ha dado “más guerra”, el pesado que ha molestado para poner a muchos de acuerdo a lo largo de 40 años, porque por mi condición de médico estaba más “dentro” de los grupos de rescate de una forma casi profesional. Pero esto es un logro de mucha gente. Empezando por Félix Mendez, presidente de la FEDME, Fernando Muñoz Guerra, Jefe de los Grupos de Socorro de la FEDME, Pepe Diaz, Augusto Castelló i Roca y Mariano Anglada en Cataluña,, François Didelin, José María Allende Salazar y Marcel Barbier en Francia, , Félix González Carbajo en Andalucia (gracias a su lucha se extendió la idea de los grupos de rescate pirenaicos de la GC a Sierra Nevada), dentro de la GC Francisco García Laclaustra, Juan López, Miguel Manchado, Diego Muñoz, Jacinto Ruiz, Luis Serrano. Son innumerables. Si acaso yo he aglutinado y he puesto de acuerdo a partes.

¿Y cual crees que ha sido tu mayor aportación?

La mayor aportación que he hecho, tras estos 40 años, ha sido sentar a negociar a 5 instituciones públicas y ponerles de acuerdo para que firmen un acuerdo de colaboración: Guardia Civil, Gobierno de Aragón, Universidad de Zaragoza, Federación Española de Montañismo y Federación Aragonesa de Montañismo. Y que entre todas hayan creado un sistema pionero y reconocido como puntero, imitado y que ha derivado en cosas como el Máster de Medicina de Montaña de la Universidad de Zaragoza, referente en todo el mundo y uno de los grupos de rescate más eficaces de todos los existentes. Eso es lo que he ayudado a construir.

En la aproximación al Manaslu

La medicina de montaña
Y además ocurrió que al plantear los grupos de rescate medicalizados, el Sistema Público de Salud tuvo que formar médicos y enfermeros para esos grupos.

En el año 76 me empezaron a llamar los grupos de rescate de la Guardia Civil para que volara con ellos en los rescates, un principio de grupos de rescate medicalizados.. Pero no hay que olvidar que yo soy cirujano, tenía mi trabajo aunque dedicara mucho tiempo a la medicina de montaña. Y no podía estar todo el día por ahí volando con ellos. Y me di cuenta de que la única solución era formar a más gente. Necesitábamos buenos rescatadores, profesionales. De eso se encargó la Guardia Civil. Pero también buenos médicos y asistentes. Empezamos a trabajar en ello. El Gobierno de Aragón y el Sistema de Seguridad Social aragonés (SALUD) se hicieron cargo de ello, formando profesionales. Esta implicación es muy importante; sin el apoyo del sistema de salud, es muy difícil crear algo así. En el Pirineo catalán, por ejemplo, el médico sólo vuela en ocasiones.

¿Te planteaste la continuidad? Quiero decir, un cirujano, un traumatólogo...no tiene que preocuparse por la continuidad de su especialidad, pero un cirujano cuya pasión es la medicina de montaña sí...

¡¡Claro que sí!! Pero yo tenía una ventaja: no sólo era cirujano dedicado a temas asistenciales, sino que también me dedicaba a la docencia e investigación en el Hospital Clínico y la Universidad de Zaragoza. Esto fue una gran ventaja. Pude empezar a formar y a impulsar la investigación en temas relacionados con la medicina de montaña, cosas tan dispares como la estandarización de botiquines, las congelaciones, la formación, la prevención, la medicina expedicionaria, la medicina legal...he dirigido 8 tesis doctorales relacionadas con la Medicina de Montaña. Esto dotó de una estructura a estos estudios, que hasta entonces era más bien labor de doctores sueltos que difícilmente podían crear escuela.

Todo ello llevó a la creación del Curso y posterior Máster de Medicina de Montaña, de 3 años de duración. Y a que una doctora recogiera mi testigo, en este caso además ya con dedicación plena a la montaña: María Antonia Nerín.

María Antonia Nerín: “La analgesia en el lugar del accidente es un derecho humano”
Si bien José Ramón ha dedicado buena parte de su vida a la Medicina de Montaña, para él esto ha sido una vocación; él es cirujano. María Antonia Nerín es especialista en montaña y profesora de Medicina de Montaña en la Universidad de Zaragoza, con el apoyo del Servicio Aragonés de Salud (SALUD). Su trabajo es el fruto de muchas luchas, muchos años y el apoyo de muchas personas.

¿Cómo te introdujiste en este mundo?

Yo soy montañesa y montañera. Procedo de Chía, un pueblo del valle de Benasque. Y crecí con la afición de esquiar, de subir montañas...lo propio de la época. José Ramón escalaba porque en su época se escalaba, y yo sobre todo esquiaba y hacía montaña en verano porque es lo que principalmente se estilaba en la mía entre los jóvenes montañeses. En mi caso no había antecedentes familiares de médicos, pero a mi me gustaba y quise estudiar medicina, luego me especialicé en Medicina del Deporte. Y por mi afición al deporte, a la montaña y mis estudios de medicina, y un reactivo como José Ramón Morandeira, seguí una evolución que me ha llevado adonde estoy actualmente.

¿Cómo comenzaste a “mezclar” la montaña y la medicina?

Tras acabar los estudios me casé y nos fuimos a vivir a Chía. Allí comencé a hacer rescates con la Guardia Civil antes de medicalizar el rescate en el año 1999. Me llamaban cuando pensaban que hacía falta hacer el rescate con médico. Pero me gustó, y pasé a ser médico de la estación de esquí de Cerler, de los Baños de Benasque, hice refuerzos y sustituciones en Benasque y Castejón de Sos, posteriormente estuve en el servicio de urgencias del hospital de Vielha, en el valle de Arán, en donde trataba a muchos accidentados de montaña...con lo cual mi relación profesional ha sido , desde siempre, con la montaña.

En el año 1993 conocí a José Ramón en la Escuela de Alta Montaña de Benasque, y me impactó mucho. Y empecé a colaborar con él, a hacer cosas, a entrar en los cursos, a ir a las Jornadas de la Federación...y cuando se crearon los primeros cursos de medicina de urgencia en montaña, actual Master, le faltó tiempo para llamarme. En la primera promoción participé como alumna, en los años 1996-98. Yo había acabado en el 92 la carrera, había estado relacionada esos años con la medicina de montaña, en Benasque y el valle de Arán, hice el curso...y entonces todo se lanzó. Vine a hacer el doctorado a la Universidad de Zaragoza, Morandeira fue el director de mi tesis doctoral, titulada “Estado actual de la prevención de los accidentes de montaña en Aragón”, y al final...ya son 15 años trabajando en estos temas juntos. En septiembre de 2006 surgió la posibilidad de presentarme a una plaza de profesor ayudante en la Universidad de Zaragoza . Y ya va para el cuarto curso que estamos aquí.

¿Cuál es la finalidad del Máster de Medicina de Montaña?

Siempre hemos entendido la medicina como un servicio público, somos firmes defensores del sistema público de salud, y así nos ocurre también con la universidad. El Máster cuesta 1 millón de euros, de los cuales los alumnos, que vienen de todo el mundo, aportan 250.000. Los otros 750.000 los subvenciona el Gobierno de Aragón, aunque los aragoneses sean minoría en el curso, y también aporta dinero la Guardia Civil, ya que les beneficia que se formen aquí médicos de otras comunidades que puedan trabajar con ellos en sus lugares de origen.

En Aragón somos pioneros, punteros y referencia mundial, nuestra misión es expandir esa experiencia y ese conocimiento. Y además, como dijo el Consejero de Interior en la última apertura del Máster: “es prestigio para Aragón”.

¿Cómo es el Máster en la actualidad?

El Máster, que dura tres años, ha evolucionado muchísimo. De hecho, pronto va a cambiarse el nombre por el de “Máster en Medicina de Montaña y de la Extrema Periferia”. Porque los alumnos salen muy bien preparados, tanto en el aspecto médico como en el técnico (técnicas de rescate, rápel, escalada, barrancos, montaña invernal, helicóptero, etc.) y por eso ahora, con varias promociones trabajando, ya sabemos que no sólo los llaman para temas de montaña, como rescates o expediciones, sino para cualquier tipo de asistencia en situación de aislamiento.

Alumnos nuestros están de médicos en el París-Dakar, otros están con la flota y con los científicos antárticos, con los pesqueros de Terranova, ONGs...nuestros alumnos están en muchos sitios. Por eso le llamaremos “Extrema Periferia”, que es como se denomina al medio difícil, hostil y aislado. Y la montaña es un medio muy difícil, hostil y aislado, cuya práctica se puede extrapolar a otros muchos en los que un médico de formación “clásica” tendría problemas tanto por la medicina que se debe practicar como por el medio en el que se desarrolla.

Se comenta que prácticamente se te puede considerar la primera doctora especializada en montaña del mundo

Oficialmente casi. Es decir, hay muchos médicos que se han especializado en montaña, pero como en el caso de José Ramón, su trabajo no se llamaba así. Eran cirujanos, traumatólogos, neurocirujanos, que trataban muchos casos de temas de accidentes de montaña, de congelaciones, realizaban estudios dentro de su trabajo, hasta algunos dedicarse casi en exclusiva a eso. Pero su puesto era de cirujano, neurocirujano, etc, y podían tratar otros temas. En mi caso, soy la primera doctora que en su puerta pone “especialista en medicina de montaña” como en otras puertas pone “traumatólogo”, “cirujano general” o “ neurólogo”.

Esto me permite dedicar la totalidad de mis esfuerzos, a la docencia, asistencia e investigación en los temas relacionados con la montaña y sigo volando en el helicóptero; es la la forma mejor de de devolver a la sociedad el esfuerzo que realizan las instituciones en todos estos temas.

¿Cómo son los estudios que realizáis en altura?

Seguimos y tratamos a varios ochomilistas, como Pauner, Joao García, Marta Alejandre. José Ramón y yo les acompañamos a la expedición, allí desarrollamos trabajos de investigación y montamos un “pequeño hospital” con indicativos del SALUD (Servicio Aragonés de Salud) y el Hospital Clínico. Es el ambulatorio de la Sanidad Pública más alto del mundo, lo que venimos a llamar en Aragón, un punto sanitario asistencial atípico avanzado (PS3A). Allí tratamos a los alpinistas, pero también a los habitantes de los valles, porteadores, sherpas y cocineros que nos acompañan. Vienen desde días de camino. Y en muchas ocasiones hacemos consulta a domicilio. El año pasado en el Manaslu, por ejemplo, nos tuvimos que trasladar a una aldea a 7 horas de camino para operar a una mujer nepalí herida por asta de yak.

Este mes de marzo partimos con Pauner al Annapurna. Una vez más, a la montaña...

Y por último...¿cuál es la importancia de la medicalización de los grupos de rescate?

Crucial. La intervención temprana salva muchas vidas, el tiempo es oro en muchas ocasiones, especialmente si tenemos en cuenta que a veces no se le puede trasladar, tiene que pasar la noche, y que un traslado en helicóptero no es inocuo para el paciente, tiene efectos que debe controlar un sanitario.

Pero también hay algo importantísimo: tratar el dolor. Algo que sólo un médico puede realizar, o un enfermero que siga las indicaciones de un médico. Lo resume a la perfección esta frase de Urs Wiget: “La analgesia en el lugar del accidente es un derecho humano”. No hacen falta más explicaciones...

Fuente: http://www.barrabes.com/
Por: M.Marques
milton@mxb.com.br

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