Accidentes por alud de placa de viento.
La mayoría de los accidentes mortales por aludes en los Pirineos son debidos a aludes de placa. Este tipo de alud es propio de situaciones en las que ha habido nieve transportada por el viento, ya sea durante una nevada con viento, ya sea una vez después de nevar, cuando el manto nivoso es erosionado por el viento, arrancando nieve de unos puntos y depositándola en otros. Pero no vamos a hablar de los aludes de placa (lo dejaremos para otra ocasión), sino de como identificar uno mismo sobre el terreno nevado aquellas acumulaciones de nieve que pueden dar lugar a este tipo de alud tan peligroso. La mejor manera de sobrevivir a un alud es no provocarlo al pasar por encima de esas sobreacumulaciones. Para ello es necesario saber identificarlas. Seguro que la mayoría habremos visto en más de una ocasión como el viento levanta la nieve de las cumbres en forma de penachos, pero tal vez no lo habremos asociado a una situación de peligro potencial al abrigo de ese viento. Esa observación nos va a permitir salir más airosos de una situación probable peligro de aludes de placa.
- El 78% de los accidentes por alud son producidos por aludes de placa (1986/87-2002/03, Pirineo de Catalunya,
http://www.igc.cat/ )
La nieve y el viento.
(figura 1)
El viento, a partir de una cierta velocidad, es capaz de arrancar la nieve de la superficie y depositarla en otro punto. A partir de velocidades de 20-25 km/h el viento ya puede transportar nieve seca, fría y muy ligera, como la nieve reciente acabada de caer, y a partir de los 80-90 km/h el viento puede arrancar incluso costras de rehielo y transportar la nieve por turbulencia, es decir, elevándola a varios metros de altitud por encima de la superficie. De todas maneras es en torno a los 50-60 km/h cuando el transporte de nieve es más efectivo y la formación de placas de viento es más intensa
(figura 1). Con velocidades muy elevadas, la nieve se pierde por flujos turbulentos e incluso se sublima (pasa de sólido a gas) y difícilmente se acumula en puntos concretos; podríamos decir que se “pierde” en el aire. Figura 3 El viento transporta la nieve, y en ese proceso destruye los cristales, fragmentándolos en pequeños granitos (del orden de 0,2 mm de diámetro). La nieve acumulada por el viento da lugar a la nieve venteada. Se trata de una capa de nieve compactada, rígida, pero de estructura muy frágil, que puede quebrarse fácilmente si por algún motivo cede la capa sobre la que reposa; entonces se produce el alud de placa. La nieve es arrancada de las laderas situadas a barlovento, es decir, la ladera expuesta al viento. Una vez el viento rebasa la línea de cresta, decrece su velocidad y disminuye la capacidad de carga, con lo que la nieve transportada cae y se deposita a sotavento, es decir al abrigo de la dirección del viento
(figura 2). Un ejemplo, si sopla viento del norte, la mayor parte de las placas se van a formar bajo collados y cordales orientados al sur.
(figura 2)
- Es fundamental saber de dónde ha soplado el viento: hay que prever la localización de las placas de viento y evitarlas.
¿De dónde ha soplado el viento?
Esta es la cuestión, y es difícil de responder. Los relieves montañosos provocan cambios en la velocidad y dirección de los vientos generales, ya que la orografía supone un obstáculo que obliga al viento a desviarse y a canalizarse. El viento sufre modificaciones a distintas escalas espaciales. Por ejemplo, a una escala de 100-1000 km, el viento procedente del Atlántico Norte que llega a los Pirineos como un flujo del noroeste va a adoptar diversas direcciones por efecto de la disposición de grandes valles y macizos montañosos. Así, tendremos el cierzo, viento del noroeste, en el Prepirineo más cercano al valle del Ebro y la tramontana, viento del norte, en la parte oriental del Pirineo de Girona.
A menor escala, del orden de 10-100 km, cuando el viento ha de rebasar una sierra o una alineación de cumbres hay múltiples cambios de dirección a una escala más local en función de la disposición de los collados y dirección de torrenteras y valles.
A escala aún menor, de 1-10 km, el enfriamiento y calentamiento de las laderas y los fondos de valles por la radiación solar da lugar a ascensos de aire con vientos en dirección ladera arriba de día y vientos descendentes ladera abajo de noche.
(figura 3)
Y a escala ya muy local, la que nos va dar la clave, de 1-100 m, los obstáculos del terreno como rocas, árboles, collados provocan una disminución de la velocidad en la parte posterior del obstáculo. Ahí se va a depositar la nieve transportada por el viento
(figura 3).
Los mapas del tiempo y las predicciones meteorológicas nos van a dar una parte de la clave, pero nuestras propias observaciones en la montaña van a ser fundamentales para una correcta estimación de la dirección del viento y anticipar la presencia de placas de viento.
- Observemos los efectos del viento sobre la nieve y conoceremos su dirección.
¿Dónde se encuentran las placas de viento?
Si sabemos de dónde ha soplado el viento allí donde nos encontremos, podremos prever en que orientaciones se encontrarán las placas de viento. En las fotos se indica la dirección del viento con una flecha.
Acumulaciones de nieve:
(figura 4).
- Por debajo de las cornisas. El viento al superar un collado o línea de cresta forma una cornisa que cuelga sobre la ladera de sotavento, unos metros ladera abajo depositará nieve y formará la placa de viento. La presencia de una cornisa delata la existencia de una placa de viento, pero no siempre se forman cornisas (depende de la forma del relieve), con lo que no deberéis fiaros de una ladera a sotavento por el hecho de no haber cornisa, pues la placa puede existir igualmente
(figura 4).
- Dunas. El viento puede acumular la nieve en una especie de bandeado que recuerda a las dunas del desierto o de la playa. Constituyen placas de viento perfectamente visibles. Además, la forma de la duna nos indica la procedencia del viento, con lo cual podremos suponer en que orientaciones se habrán formado más placas
(figura 5). La pendiente suave de la duna está encarada al viento y la abrupta a sotavento.
(figura 5)
Erosión de la nieve:
- Sastrugis. Son formas de la nieve debidas a la erosión del viento e indican de donde ha soplado. Se parece a una duna, pero si ésta se había formado con viento moderado y la pendiente suave indicaba el punto cardinal de donde procedía el viento, el sastrugi suele formarse con vientos fuertes y la parte excavada es la que está orientada de cara al viento
(figura 6).
(figura 6)
Otras pistas:
- La cencellada. Sobre objetos verticales en determinadas condiciones de niebla bajo cero y con viento, se forman unos penachos o banderolas de cristales de hielo que van creciendo horizontalmente en la dirección de la que procede el viento
(figura 7).
- Cimas que humean. Fijaros si las cimas humean debido al arrastre de nieve por el viento
(figura 8). Es muy posible que en el punto donde efectuemos la observación, la dirección e intensidad del viento sean muy distintas de las existentes en la zona de cumbres.
(figura 7)
Limitaciones.
- Las placas de viento en algunas ocasiones se forman también a barlovento, es decir en la ladera expuesta al viento o con viento lateral. En condiciones de viento moderado, no excesivamente fuerte, pueden presentarse en forma de dunas.
- Recordad que puede haber placas de viento bajo un collado sin una cornisa que lo indique. En contrapartida, siempre que haya una cornisa, habrá una placa.
- ¿Y si nieva después de que las placas de viento se hayan formado? Pues no las veremos, ya que estarán tapadas por la nieve reciente y la situación puede ser muy peligrosa si esas placas aún son frágiles. Hay que estar informados siguiendo la evolución del estado de la nieve en los boletines de peligro de aludes durante toda la temporada.
- Las placas pueden existir en diversas orientaciones en una misma zona, debido al giro de los vientos o a la sucesión de varias nevadas con vientos distintos.
(figura 8).
Si quieres saber más:
- Bolognesi, R. 2003. Avalancha. Ed. Desnivel
- Daffern, T. 2001. Avalanche safety for skiers, climbers, snowboarders.
- Tremper, B. 2001. Staying Alive in Avalanche Terrain. Ed. The Mountaineers
- www.igc.cat
Fuente: http://www.barrabes.com
Por: M.Marques
milton@mxb.com.br