domingo, 5 de setembro de 2010

Crónica del rescate de Isabel Suppe en la Cordillera Real de Bolivia

El alpinista madrileño Daniel Alcojor se encontraba en la Cordillera Real de los Andes Bolivianos cuando aconteció un grave accidente. No sé esperaba encontrar supervivientes, pero la alemana Isabel Suppe consiguió aguantar de forma insospechada y ser rescatada. Tanto la propia Isabel como Daniel y los guías bolivianos que organizaron el rescate redactan una crónica y nos piden su publicación como ejemplo

El alpinista madrileño Daniel Alcojor se encontraba con su compañero en la Cordillera Real cuando tuvo lugar el accidente y posterior rescate de la alemana Isabel Suppé, tras dos noches en altura con una fractura abierta en su pierna. Su compañero, el australiano Peter Cornelius, no pudo aguantar tanto tiempo y ya había fallecido cuando llegaron los grupos de rescate.

“Os envío una crónica del rescate en el que participamos para sacar el cuerpo del australiano Peter Cornelius y la alemana Isabel Suppé, la cual tras sufrir una caída de más de 400 metros y pasar dos noches con una fractura abierta en su pierna derecha salió con vida de allí.

Para la redacción del pequeño documento que os adjunto he contado con el testimonio de la propia Isabel, con el de Hugo Ayaviri (Guia internacional de montaña de origen Boliviano y jefe del grupo de rescate) y de Genaro Yupanki, guia internacional que organizó desde La Paz el escaso dispositivo para sacar los cuerpos (nadie esperaba encontrase supervivientes).

En Bolivia se publicaron algunas noticias, de las cuales el diario Marca se hizo eco en una mininoticia, pero son informaciones incorrectas,tanto en el contenido, en los hechos, como en el nombre de los picos, las alturas... por eso entre otras cosas tenemos interés en que la noticia real salga a la luz... ”

“Cuando en el camino se cruzan la fortuna, el coraje y la fortaleza humana es cuando surgen las leyendas.

Sin duda esto es lo que le ha ocurrido a Isabel Suppe, una alemana residente en Argentina, que además de hablar 5 idiomas es licenciada en Lengua y Literatura, tiene un postgrado en Literatura Latinoamericana y que a sus 31 años acumula un sinfín de ascensiones tanto en Alpes como en Andes por las rutas más comprometidas.

Isabel se encontraba en el macizo de Condoriri (Cordillera Real, Andes Bolivianos) junto a Peter Cornelius, un australiano de 50 años de edad que estaba recorriendo Sudamérica escalando algunas de las más emblemáticas montañas del continente. Juntos tenían la intención de escalar el pico conocido como Ala Izquierda del Condoriri (5320mts.) por una ruta de escalada que catalogada por los expertos como difícil y que surca la pared sur, mayoritariamente cubierta de hielo y nieve.

El pasado Jueves 29 de Julio a las 2 de la mañana comenzaban la ascensión directamente desde el campo base situado a unos 4700 mts, en poco mas de 3 horas y media se situaban bajo la imponente pared de casi 500 metros de hielo con una inclinación de hasta 80º.

Con las primeras luces del alba los dos escaladores clavan sus herramientas en el hielo y comienzan a ascender por las paredes heladas. Con pericia van salvando los tramos mas duros mientras las horas y el cansancio se acumulan. Sobre las 6 de la tarde, a poco mas de 70 metros para la cumbre y con los últimos rayos del sol ocurre el fatídico accidente, un desafortunado resbalón del australiano arranca los tres seguros que habían instalado en la que posiblemente fuera la última parada antes de llegar a cumbre, el tiempo se detiene y ambos se precipitan al vacio durante mas de 400 metros, golpeándose innumerables veces con los resaltes de la pared, hasta finalmente verse bruscamente detenidos por el manto nivoso que hay sobre el frío glaciar.
Contra todo pronóstico y de forma milagrosa ambos miembros de la cordada permanecen aún con vida tras la caída, si bien ambos sufren heridas de gravedad. Peter tiene las dos piernas rotas y tiene una herida que sangra en la cara. Isabel por su parte además de múltiples contusiones tiene una fractura abierta en la pierna derecha con una hemorragia que tiñe de rojo la ropa y la nieve del glaciar.

Según nos cuenta Isabel, durante la caída sufre un estado de lucidez tan sorprendente que es capaz de recordar prácticamente cada instante de la caída, incluso tiene tiempo durante la caída para acordarse las palabras de su amigo Paul que sufrió una caída el año pasado de unos 200 metros y que la decía “es increíble, cuando caes eres consciente de todo”.

Tras el impacto nos cuenta que un poderoso sueño se apoderó de ambos, pero Isabel consciente de que la fría noche andina se cernía sobre ella no podía permitirse el lujo de domir o posiblemente nunca despertará de ese sueño.
El instinto de supervivencia toma el mando en este momento, por encima del agotamiento propio de una escalada como la del Ala Izquierda del Condoriri, de los terribles dolores causados por los impactos de la caída y del frío reinante, Isabel se muestra fría y comienza a actuar para salvar su vida y la de su compañero.

En primer lugar se desenreda la cuerda (que durante la caída formó un ovillo sobre ella y sobre Peter) se quita la mochila que aún permanecía atada a su espalda (y que amortiguó gran parte de los golpes contra la pared), y se sienta sobre ella para alejar el frío del glaciar de su cuerpo.

Posteriormente se abriga con una chaqueta de plumas, se quita los guantes que llevaba puestos que han quedado empapados durante la caída y los sustituye por sus viejas manoplas de pluma, mientras tanto su compañero gime y trata de articular algunas palabras.

Paralelamente intenta por todos los medios que Peter se siente o se tumbe sobre la cuerda y de este modo mantener el cuerpo alejado del frio hielo del glaciar, pero Peter está en muy mal estado y no atiende a razones. Mientras Isabel se arrastra hacia una zona de rocas donde supone que el frio será menos intenso. El esfuerzo es tan grande, que en recorrer los apenas 30 metros que la separan de las rocas invierte cerca de dos horas.

La fría noche andina cae sobre los dos escaladores heridos, las temperaturas rondan los -15º , la soledad y el silencio son aterradores, pero las ganas de vivir son superiores a todo.

Aún así ambos resisten heroicamente la noche. Isabel pasa la noche en vela, pensando que pronto vendrán a rescatarla, en el campo base la esperan a las 7,30 de la mañana y al no verla volver deberían dar la voz de alerta, montar un dispositivo de rescate y sacarla de allí antes de que llegue una segunda noche.

Amanece y tras una dura noche al raso Isabel se permite dormir un poco. Deshidratada y sin ingerir alimentos es consciente de que debe beber algo o los efectos de la altura y la deshidratación la llevarán irremediablemente a sufrir congelaciones. Una vez mas decide arrastrarse sobre sus ensangrentadas rodillas para buscar un charco donde aplacar la terrible sed que la acucia. Recorre unos 300 metros sobre el glaciar dejando un rastro de sangre hasta encontrar agua, llena su botella, bebe y come algo de charqui (carne secada al sol y salada) que la ayudará a retener líquidos y la da algo de fuerzas. Las horas pasan y el grupo de rescate no aparece, en pocas horas las sombras se apoderan de nuevo del glaciar y tanto Peter como Isabel se ven abocados a pasar una segunda noche al intemperie.

Durante esta noche Isabel comienza a sentir los efectos del cansancio extremo y del frio, para no dormir y morir congelada adopta posturas incómodas sentada sobre su mochila, como por ejemplo cuando colocaba su cabeza sobre la punta de un bastón de trekking apoyando en el suelo, de modo que en cuanto se quedaba dormida sufría un repentino movimiento que la despertaba. Durante la noche comienzan los delirios, confunde algunas de las estrellas que surgen por el borde del glaciar con las luces de los frontales de los rescatadores, sueña con que la traen café y cheese cake de su café favorito de Bolivia, el Alexander Coofee. Pero nada de esto sucede, ella y Peter permanecen solos en medio de la inmensa oscuridad, tal vez ella ya esta sola del todo, Peter desde hace unas horas ha dejado de hablar y no se mueve.

Sobre las 7:30 de la mañana del día 1 de agosto, el guía de montaña Hugo Ayaviri junto a 5 aspirantes a guía y un porteador acceden a la zona del accidente, en mitad del glaciar observan a una persona que hace gestos y corren hacia ella, es Isabel que durante dos noches ha sobrevivido a la caida, las temperaturas extremas, las heridas y al agotamiento de la escalada.

Pronto le ofrecen algo para beber, algo de comida y la instalan en una camilla de rescate que han transportado hasta el lugar, Hugo se sorprende de ver la entereza con la que les recibe Isabel, para ella la pesadilla está a punto de terminar.
El grupo de rescate localiza a Peter, por el cual ya no pueden hacer nada, la segunda noche ha sido demasiado para él y ha muerto por hipotermia.

Los miembros del equipo de rescate se centran en la superviviente y mediante cuerdas van a arrastrando la camilla primero fuera del glaciar y después lo bajan por el corredor que da acceso al glaciar. Es un trabajo complicado que requiere de cierta pericia, afortunadamente en el año 2008 Hugo y otros guias estuvieron realizando maniobras de rescate en el macizo y tienen instalados algunos sistemas para ayudar al descenso de heridos.

En el grupo de rescate nadie puede dar crédito a lo que están viendo, nadie confiaba en poder encontrar a alguien aún con vida, desde radio piden ayuda a los escasos montañeros que están en el campo base, los cuales suben a ayudar sin dudar ni un solo instante.

La solidaridad entre los montañeros es sobrecogedora, nadie flaquea a la hora de portear la camilla, de subir bebidas calientes y comida para los rescatadores y para el resto de colaboradores, en total pasarán mas de 7 horas desde el momento en que el grupo de rescate la localiza hasta que llega al campo base.

Mientras se produce el descenso en el campo base se van preparando para la llegada de la superviviente, afortunadamente hay un médico entre los montañeros que acaban de llegar al campo base y que podrá hacer un primer reconocimiento a la víctima y administrarle algún tipo de calmante si fuera necesario.
Evaristo, uno de los arrieros locales, ha subido un caballo y unas mulas para ayudar a bajar a Isabel, la cual tras ser observada por el médico es entablillada y montada a lomos del negro corcel. La imagen y la historia nos recuerda a todos a la de Joe Simpsom, la entereza de Isabel nos conmueve y en el campo base queda una sensación de alegría y pena dificil de describir.

Horas despues, los bomberos ayudados por el grupo del Guia Hugo Ayaviri bajan el cadáver de Peter, es el final de una historia que nunca olvidaremos los que la vivimos de primera mano. Actualmente Isabel se encuentra ingresada en un hospital en La Paz y se recupera de sus heridas. Nos llama mucho la atención sus ganas de volver a la montaña, de no perder ni un solo segundo mas de lo necesario dentro del hospital y sobre todo de la fuerza que transmite; sin duda Isabel está hecha de una pasta especial."

Fuente: http://www.barrabes.com/
Por: M.Marques
milton@mxb.com.br

Nenhum comentário:

Postar um comentário