Un voluntario utiliza un detector en la búsqueda de los dos pamploneses en el monte Billare. J.J. IMBULUZQUETA
- Estaciones de esquí como la de Astún apuntan que se pueden suscribir seguros de asistencia, pero que no cubren accidentes fuera de pistas- Ha habido abundantes avalanchas al haber sido un invierno de importantes precipitaciones de nieve- Expertos en nivología y rescate de montaña dicen que, en los accidentes, al factor natural se suma el humano
El trágico rastro de los aludes ha dejado nueve muertos en los Pirineos este invierno. Cinco de ellos, navarros: tres en la Collarada (Huesca) y dos en el Billare (Francia), cuyos cuerpos siguen sin aparecer. Y en los dos últimos días han continuado las avalanchas. El viernes, una acabó con la vida de un montañero madrileño cerca de Candanchú, y ayer, en Setcases (Girona), otra dejó dos heridos.
Para Navarra, el que terminó ayer ha sido el segundo invierno más trágico en accidentes de montaña desde 1972: en el año 1985 hubo 6 muertos.
¿Casualidad, o existen factores objetivos? Según explican expertos en nivología y rescate de montaña, este invierno ha sido más propenso a estos movimientos de nieve "simplemente porque había más nieve". De hecho, ha sido uno de los tres inviernos con más precipitaciones (lluvia y nieve) desde 1947, después de los de los años 1978-79 y 1995-96. No obstante, también apuntan como determinante en el tema de accidentes "el factor humano".
"Ha sido un año con mucha nieve, viento y frío, lo que ha formado abundantes placas que han derivado en aludes de placa. Éstos han producido casi todos los accidentes", destaca Paco Valero, responsable del grupo de rescate (Greim) de la Guardia Civil en la Comunidad foral. "Hay mucho espesor todavía en el Pirineo", añade.
"Si ha habido más atrapados por aludes ha sido por eso, porque hay mucha nieve, pero también porque cada vez hay más gente en el monte, y que en muchos casos se aventura pese a las alertas por riesgo de aludes", expone. "El máximo nivel es 5, pero desde 3 ya no hay que confiarse".
De la misma idea es Fernando Valero, experto en nivología vinculado a la estación de esquí de Candanchú: "Falta formación". "Los aludes son un peligro objetivo que existe en la montaña según la cantidad de nieve acumulada. Pero la parte subjetiva de ese peligro la aporta el ser humano con su presencia allí", agrega.
Estaciones de esquí como la de Astún apuntan que se pueden suscribir seguros de asistencia, pero que no cubren accidentes fuera de pistas.
"Este año ha nevado mucho en el Pirineo, y también ha hecho mucho frío. La nieve caída evoluciona a lo largo del invierno, y no se puede dar una explicación única al hecho de que en un año haya más o menos aludes. Es un conjunto, una secuencia de aspectos: cuánto, cómo y cuándo ha caído la nieve, las pendientes de una zona, la transformación que va sufriendo la nieve, etc.", dice. De este último aspecto, por ejemplo, destaca el hecho de que "la nieve acumulada va ganando peso conforme pasa el invierno". "La densidad es uno de los factores que marcan el tipo de aludes y sus consecuencias", apunta.
"Y es que frente a los 80-100 kilos que puede pesar un metro cúbico de nieve de tipo polvo y caída recientemente, que puede permitir sobrevivir con más facilidad en caso de alcance, la que lleva más tiempo puede llegar a la primavera pesando hasta 500 kilos por metro cúbico, al perder aire y ganar humedad", explica. "Éste es el tipo de nieve que tenemos ahora en la zona de Candanchú, y la que sobrevino el viernes a los montañeros accidentados. Si te pilla, lo más seguro es que fallezcas por traumatismos, por el golpe, y no por asfixia o hipotermia", dice.
Fuera de pistas
"Un buen montañero sabe cuándo se puede salir, y cuándo no, como con riesgo 4 o 5 de aludes", apunta por su parte Andrés Pita, responsable de comunicación de la estación de esquí de Astún. "En marzo y abril es cuando la nieve está más inestable por el calor y la lluvia", expone.
"En las estaciones informamos y recomendamos de la situación y de qué se debe hacer, pero llegamos hasta ahí. No podemos poner vigilantes o puertas al campo", comenta. "Nos compete la seguridad dentro de las pistas balizadas, pero la gente se sale. Los problemas suelen estar alrededor de los centros de esquí, en laderas no controladas", indica.
"Hay mucha gente que viene hasta aquí, donde tenemos parkings y servicios, para luego salir a dar una vuelta por el monte. Al parecer, les da cierta sensación de seguridad ver que tienen infraestructuras y gente cerca", sentencia.
Fuente: http://www.diariodenavarra.es
Por: M.Marques
milton@mxb.com.br
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