El alpinista vasco realizó ayer un intento al Supercouloir de la cara N del Everest que quedó frustrado por varias avalanchas. El fuerte viento reinante barrió la nieve caída en las últimas jornadas
“La montaña nos manda para casa”. Con este lacónico titular encabeza Alberto Zerain el último post de su blog, publicado ayer domingo después de una larga y dura jornada en la que perdió la última oportunidad de hacer realidad el sueño del Supercouloir Hornbein, en la cara N del Everest… al menos durante esta desfavorable temporada postmonzónica.
Zerain y Juan Carlos ‘Txingu’ Arrieta se pusieron en marcha a las 5 h de la mañana, después de una noche de fuerte viento e intenso frío, con destino al inicio del corredor de los Japoneses. “Mientras subíamos hacia la rimaya, por la derecha, una avalancha enorme dio los buenos días al nuevo amanecer que nos saludaba”, cuenta el propio Zerain, “menudo desayuno que nos ofrecía la montaña; a nosotros nos puso los pelos de punta y a los bastones que habíamos dejado más abajo los aparcó en otro lugar”.
Un revolcón de 100 metros
La narración del fuerte alpinista vasco es escalofriante: “Mientras nos decidíamos desde la rimaya a comenzar el corredor de los Japoneses o no, continuamente iba cayendo nieve spray de la entrada a la ruta. Esta nieve es experta en colarse por cualquier sitio y dejarte helado, además de blanco. En ese momento, le comenté a Txingu si no sería mejor subir al collado Norte del Everest por aprovechar el día. Con la vista estábamos evaluando el itinerario más asequible cuando desde el corredor Norton una avalancha atravesó el plató hasta rebañar unos seracs que cuelgan más arriba. Al final, el viento terminó por expulsar también la nieve que quedaba suelta en el corredor de los Japoneses y nos la echó encima. Bajamos rodando junto con esa nieve polvo casi 100 metros a la deriva, mientras notábamos en nuestros cascos la caricia de algunos trozos de hielo”.
El montañero reconoce que “la tensión era difícil de dominar ante el acoso de la montaña”. Pero ahí no quedaba todo; el Everest todavía tenía qué decir: “Ya nos íbamos de vuelta con las orejas ghachas cuando miro hacia el corredor y ahí venía la segunda versión, la hermana mayor. Como estábamos bastante abajo, pudimos correr y poner distancia de por medio. Esta vez se tuvo que conformar con salpicarnos y nublarnos la vista”.
Regreso sanos y salvos
Alberto Zerain y Juan Carlos Arrieta pudieron salir finalmente indemnes de los constantes ataques de la montaña, y acarrear su material los 30 km de glaciar y morrenas que los separaban del campo base chino. “Ante este experiencia no queda otra que asumir con humildad la realidad”, dice, “después de más de 40 días de esfuerzos y lucha en vano, hemos vuelto a hacer un esfuerzo más empujados por una engañosa mejora de la climatología. Y es en esta ocasión cuando hemos caído en la trampa que nos tenía preparada la montaña. Nos manda ya para casa, pero al menos volvemos sanos y salvos”.
Fuente: http://www.desnivel.com
Por: M.Marques
escala905@hotmail.com
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