segunda-feira, 6 de dezembro de 2010

Se terminaba así la odisea de estos andinistas

A SALVO. Merlín, apenas arribó a El Chaltén.
La llovizna que amenazó durante todo el día, comenzó a caer a las cinco de la tarde. Suave y molesta. A esa hora, los picos del Fitz Roy eran solo un recuerdo oculto detrás de una masa de nubes grises que el viento amontonaba contra las montañas. A las 17.55, por un pequeño sendero y a paso lento, aparecieron los cuatro caballos.

Con el cuerpo doblado y una sonrisa forzada, Merlín Lipshitz se aflojó hasta dejarse caer del caballo. Abajo, Marcela, esposa de uno de sus rescatistas, lo atajó. Sin decir nada, lo abrazó y lo ayudó a caminar hasta el auto. Atrás, Carolina Codó, coordinadora del rescate, repetía la escena con Damián Vilches.

En silencio, sin mucho más que unos pocos brazos amigos, se terminaba así la odisea de estos andinistas . Casi seis días habían pasado desde que dieran la primera señal de alarma, el lunes a las 23.49, cuando Lipshitz envió un mensaje con sus coordenadas. Fue lo único que dijo.

Lipshitz y Vilches –guía y ayudante– son los sobrevivientes de la expedición que debía transitar 130 kilómetros sobre el Campo de Hielo Sur, en una travesía de nueve días sobre el glaciar Viedma. Mario Corsalini, el empresario mexicano que los había contratado para hacer la expedición, fue el único que no sobrevivió. Su amigo, Roberto Dutily –también empresario mexicano– había decidido volverse antes. Ellos tres siguieron pero en la noche del lunes una ráfaga de viento de más de 100 km/h les destrozó la carpa y los dejó a la intemperie. Con la ropa mojada y sin lugar donde resguardarse, entraron en un cuadro de hipotermia. Corsalini no resistió.

Murió una hora antes de que llegara el rescate , contaron ayer los brigadistas que fueron a socorrerlos.

Para Lipshitz y Vilches las cosas no fueron nada fáciles. El panorama con que se encontraron los rescatistas fue bastante peor de lo que creían.

Ya no coordinaban ni los movimientos ni lo que decían , dos síntomas claros de una hipotermia moderada. Es el escalón previo a entrar en un estado del que es muy difícil salir. Y el cuadro es mucho más grave en medio de un campo de kilómetros y kilómetros de hielo.

Pero las cosas no mejoraron con la llegada del rescate. Castigados por una tormenta de nieve, tuvieron que esperar otra dos horas hasta que sus compañeros pudieran levantar una cueva de nieve que los protegiera. De inmediato, los rescatistas comenzaron a calentar agua en tres calentadores para levantar la temperatura de los andinistas. Dentro de la cueva, que se cierra por completo, el gas casi termina matándolos: fue el norteamericano Collin Halley quien se dio cuenta de que se estaban quedando sin aire.

Tanto Lipshitz como el equipo de avanzada que subió a rescatarlos forman parte de la Comisión de Auxilio de El Chaltén, formada por los guías más experimentados de la zona.

El primer grupo de cuatro rescatistas llegó recién al Nunatak Viedma –una formación rocosa que asoma en medio del Campo de Hielo– el jueves al mediodía. Allí se habían refugiado Lipshitz y Vilches. Para entonces, en El Chaltén, la Comisión de Auxilio que coordina Carolina Codó intentaba conseguir un helicóptero. Cuando al fin pudieron traer uno –hubo que trasladarlo desde el puesto de Gendarmería de Trevelin, ya que en Santa Cruz no había uno–, el viento hizo imposible el rescate y los dos sobrevivientes no tuvieron más remedio que hacer todo el regreso a pie.

Más de 25 kilómetros entre nieve, viento y hielo tuvieron que hacer hasta llegar a casa. Partieron el sábado por la mañana y recién en las últimas cuatro horas lograron alcanzarles un caballo que los trajera en el tramo final.

Codó, quien además es doctora en el Puesto de Salud de El Chaltén, confirmó que los dos andinistas está estables y fuera de peligro, y que continuarán internados al menos hasta hoy . Sólo Vilches tiene algunos síntomas de congelamiento en uno de sus pies. De todos modos, Codó dejó en claro cuál era la situación: “Salieron de la muerte” . Para ella, y para todo el equipo de la Comisión de Auxilio, este se trató del rescate más difícil que hicieron desde que se creó el grupo, hace catorce años.

En la habitación del Puesto de Salud, Lipshitz y Vilches se encontraron al fin con sus familias. Lipshitz con su mujer y sus dos hijos. Vilches con su esposa, a punto de parir. Cansados y refugiados entre sus íntimos, no quisieron hablar con la prensa. Durante los cinco días que estuvieron juntos con el equipo de rescate, ninguno dijo una palabra sobre lo que había pasado. Nadie preguntó tampoco.

Fuente: http://www.clarin.com
Por: M.Marques
milton@mxb.com.br  

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