La alpinista tolosarra protagoniza la segunda jornada del Festival Picos de Europa con la proyección de un documental sobre sus dos últimas gestas, las ascensiones al Annapurna y el Shisha Pangma
Es la reina de la montaña. La única mujer capaz de coronar los 14 ochomiles y seguir planteándose retos. Y el Festival Internacional Picos de Europa no podía permitirse no contar con ella. Precisamente en la jornada dedicada a las mujeres la tolosana Edurne Pasabán hacía acto de presencia en León, en un Auditorio que volvió a quedarse vacío para escuchar las voces sabias de una alpinista que a sus 37 años sigue haciendo gala de una pasión inusitada cuando aparece la palabra montaña.
Autógrafos, fotos y numerosas felicitaciones. Edurne no pasa desapercibida en gran medida por sus gestas. Y ayer el público leonés agasajó a la mejor deportista española que de la mano de Jesús Calleja y con otro mito como Krzysztof Wielicki hacía acto de presencia en el Auditorio. Con sendos documentales del Annapurna y Shisha Pangma, sus últimas conquistas, la tolosana fue desgranando sobre el escenario sus experiencias desde que allá por 1989 iniciara su carrera hacia el olimpo de las leyendas.
Desde la humildad Edurne destaca que su ilusión plasmada sobre el terreno «me la tomo como una deportista cualquiera de máximo nivel, intento entrenar varias horas a diario, con un entrenador personal y cuidar al máximo todos los detalles, porque ya quedó atrás esa etapa romántica del montañismo sin ningún tipo de preparación». La montaña es para ella su hábitat y así lo reconoce. Eso sí, sin dejar a un lado el riesgo que siempre entraña intentar hoyar cualquier ochomil. «Siento miedo cada momento y en cada cumbre, porque es algo que nunca se puede perder. Pero trato de superarlo. Soy consciente del riesgo que corro, pero hay que saber controlarlo. A la montaña hay que tenerle mucho respeto y cuando este respeto se convierte en miedo es porque normalmente el riesgo es elevado».
La tolosana, en una jornada dedicada al mundo de las mujeres, rechazó también que en el mundo del alpinismo los hombres y las mujeres sean diferentes a la hora de afrontar los retos que desde la cima más pequeña a la más elevada pueden presentarse. «Físicamente podemos hacer las cosas igual de bien y se está demostrando que así es. En mi caso quizás ha sido un poco más difícil por todo lo que he tenido que dejar: una familia, la posibilidad de poder crear una, y esto a mis compañeros veo que les resulta menos complicado».
Eso para una deportista a la que la montaña le sirvió en su momento «como terapia personal en un momento delicado de la vida», algo que posteriormente se ha convertido en un hábito «como válvula de escape». Precisamente la guipuzcoana hacía ayer acto de presencia en el Festival Picos de Europa apenas un mes antes de afrontar su nueva aventura, en este caso intentar hacer cima en el Everest. Edurne ya lo hizo en su día aunque en esta ocasión será sin la ayuda de oxígeno.
La reina de la montaña compartió además escenario con otro de los grandes de este deporte, Krzysztoff Wielicki, el quinto hombre en completar los 14 ochomiles que ayer acudió a León para rendir tributo a las grandes alpinistas de su país. Y lo hizo rebosando pasión por lo que desde hace décadas es su vida, la montaña.
Fuente: http://www.diariodeleon.es/
Por: M.Marques
milton@mxb.com.br
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