'Tolo ha dejado una mujer y dos hijos, el más pequeño, Andreu, tiene un año
'Muy pocas veces abandonó, y si lo hizo fue por razones de fuerza mayor'
'Ya se que es un tópico, pero Tolo era amigo de sus amigos'
"Pasión por la montaña". Es una frase que repiten como un mantra todos los que conocían a Tolo. No se detenía por nada, "pocas, muy pocas veces abandonó, y si lo hizo fue por razones de fuerza mayor". "Tolo era un aventurero" dice su amigo Toni Contesti, participaba en todo "lo que tuviese un puntito de riesgo" y mientras sus amigos le apoyaban y compartían su ilusión, a su familia la idea de que se "jugase la vida en la montaña" no les gustaba tanto "se hacía difícil".
Tolo ha dejado una mujer y dos hijos, el más pequeño, Andreu, apenas acaba de superar el año de vida. "Es un niño encantador, encantador, pero no conocerá nunca a su padre" se lamenta Contesti. Otro de sus amigos, Pere Joan March, se hace una promesa "ahora mismo lo más importante para nosotros es cuidar de su mujer y de sus hijos".
Tolo compaginaba su trabajo de técnico en telecomunicaciones con su gran interés por la montaña en todas sus facetas, que aparte de ascensiones de alpinismo también incluía raids de aventura, maratones de montaña, triatlón y muchas carreras pedestres.
Juan Antonio Oliver, amigo y compañero de Tolo cuando alcanzó el Everest asegura que "no conocías a Tolo hasta que subías con él a una montaña". "Ya sé que es un tópico, pero Tolo era amigo de sus amigos" dice al borde de las lágrimas.
Contesti, que ha asumido el duro papel de hacer de portavoz de la familia, le define como "una buena persona y humilde" . Y este retrato es el que mejor lo define según todas las muestras de dolor por su muerte.
Solidario, enamorado de la montaña, uno de los grandes, valiente, decidido... "Había que serlo para dedicarse al montañismo viviendo en Mallorca, pero a él no le importaba, todo le sabía a poco cuando no estaba subiendo o con la vista puesta en el próximo pico". Y es que nadie recuerda cuando comenzó su afición por la montaña "lleva así toda la vida" señala Contesti.
"Aún no había bajado del Annapurna y ya estaba preparando el próximo desafío, tenía en mente su próximo 8.000" asegura Contesti.
Por muy lejos que estuviese Mallorca siempre iba en su corazón, uno de sus compañeros de montañismo en la Isla, Roman Morell, relata en su blog algunas de las conversaciones mantenidas durante el descenso "antes de que se cortase la comunicación me preguntó por lo de Matas, ya le he puesto al día de lo de la fianza de tres millones" Unos días después comentaba en este mismo blog "mañana empiezan a subir a la cima y me dice que están 'acojonados' (...) Al llegar al campo base, si consiguen hacer cima, dice que nos enteraremos ya que nos llamará el mismo día o el siguiente porque piensa coger una cogorza..."
"La montaña ha ganado... a medias, Tolito consiguió coronarla" dice otro de sus amigos "era su quinto 8.000, había subido hasta el Everest, estaba más fuerte que nunca, se había hecho el Sisha Pagana, el Cho Oyu, el K2 era todo un campeón" relata.
El alpinista mallorquín, al que las fuerzas abandonaron cuando descendía desde la cumbre hacia el campo 4 junto al aragonés Carlos Pauner y el vasco Juanito Oiarzabal, se separó del grupo con un sherpa a unos 7.500 metros de altitud para intentar recuperarse a la espera de un posible rescate.
Tras mostrar una fuerza "sobrehumana" durante dos noches a la intemperie y con un edema cerebral causado por la altura, la montaña se llevó a Tolo. Ni sus compañeros, ni los sherpas, ni el equipo de la alpinista coreana Oh Eun-Sun que se encontraba en la zona pudieron salir a tiempo.
Incluso un helicóptero especial, el Air Zermatt, el equipo de rescate se atrevió por primera a volar por en el Himalaya y que es el único capaz de alcanzar alturas tan tremendas, intentó este miércoles por la mañana llegar hasta el accidente pero las nubes que cubrían parcialmente el Annapurna se lo impidieron.
Había un plan B preparado por si el helicóptero no podía despegar. En el campamento 4 estaba Horia Colibasanu, el heroico rumano que hace dos años aguantó cinco días a más de 7.000 metros en esta misma pared, la agonía del navarro Iñaki Ochoa de Olza.
Estaba dispuesto a subir a ayudar a Calafat, a pesar de haber logrado a su vez el Annapurna la víspera. También iba a partir a las alturas, para subir 3.000 metros de una tacada desde el campo base, el médico y alpinista asturiano Jorge Egocheaga.
Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo
Por: M.Marques
milton@mxb.com.br
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