sexta-feira, 12 de agosto de 2011

Cleo Weidlich nos relata su rescate en el Kangchenjunga

La alpinista brasileña Cleo Weidlich sufrió un accidente casi en la cima del Kangchenjunga que la dejó con ceguera de las nieves y una pierna inutilizada. Su rescate duró varios días, desde que comenzó su tortuoso descenso desde la cima hasta llegar al campo 2, de donde fue rescatada. Ella nos cuenta su historia.

Cleo Weidlich en la cima del Kangchenjunga, tras sufrir la primera caída. (Col. Cleo Weidlich)

Lo primero, querría disculparme con los que siguen mis expediciones por el largo periodo de silencio tras mi caída en el Kangchenjunga y la evacuación posterior. La recuperación está siendo larga y dolorosa, pero para nada imposible; ahora estoy enfocando mis esfuerzos en los tratamientos y en el proceso de rehabilitación. Estoy en Estados Unidos siguiendo una terapia llamada PRP, un nuevo tratamiento para los ligamentos que me ha ayudado bastante. Estoy muy agradecida a todos por los mensajes de apoyo, amor y cariño de los últimos dos meses. A continuación os relato mi experiencia en el Kangchenjunga, algo que también ha sido contrastado por Mingma Sherpa, para probar su veracidad.

Mi accidente
Durante nuestra subida, Pema y yo nos dimos cuenta de que necesitábamos equipar con cuerda algunas zonas cercanas a la cumbre y al cuello de botella, ya que los alpinistas descenderían muy cansados y el laberinto de hielo y roca es muy escarpado, por lo que una caída en esa zona podía ser fatal.

Yo sólo tenía 30 metros de cuerda, pero Pema había dejado 350 metros de cuerda en la zona de la cumbre cuando estaba explorando la ruta. Vimos la cuerda algo más arriba entre algunas rocas, cerca de seis metros por encima de nosotros, fuera de la ruta principal. Pema iba a traer la cuerda hacia abajo para ponerla en la vía principal y corregir así las sesiones necesarias. Esta es un área complicada, de hielo y roca con un ángulo muy agudo.

Cuando Pema subió a por la cuerda, me coloqué detrás de él; de repente algo se movió bajo mi crampón y derrapó en dirección al glaciar del Kangchenjunga, con una caída de mucha altura. En un reflejo, me agarré a un saliente de una roca y mi rodilla se quedó entre un saliente de hielo y una roca. Mis gafas se habían caído y sentí un dolor muy fuerte en la rodilla. A pesar de ello, el dolor no fue más allá y no era muy intenso.

Estuve un tiempo esperando para decidir si continuaba con la ascensión o me retiraba y comenzaba a descender, y me decidí por seguir subiendo, ya que mi pierna se podía mover sin un dolor considerable. A los pocos minutos me encontré con Mingma, Chhang Dawa y con un cliente iraní, que venían de hacer cumbre y ya descendían. Intercambiamos algunas palabras y Pema y yo seguimos hacia la cumbre.

Cleo Weidlich, tirada inconsciente en la nieve (Anselm Murphy)

Comienza el descenso
Una vez en la cima, intenté sentarme a descansar un poco, ya que llevaba toda la noche subiendo sin pausa; pero notaba que no era capaz de doblar mi rodilla derecha, por lo que le dije a Pema que teníamos que descender en seguida. Bajando nos encontramos con Ted Atkins y un cliente, que aún iban hacia la cima.

Mientras, mi dolor fue aumentando a medida que descendía, pasando a dolerme casi toda la pierna. Le dije a Pema que se quedara con Rao y que yo seguiría descendiendo. El dolor era cada vez más profundo, los ojos empezaban a estar muy irritados y la ceguera de la nieve era una de mis mayores preocupaciones desde que perdiera las gafas.

Llegué a un montículo de nieve, donde había más alpinistas, y esperé a que a Kami para descender juntos; él estaba verificando unas cuerdas más arriba y nos habíamos separado. Entonces continué mi descenso yo sola y muy lentamente por la rampa y allí me quedé sin poder mover mi pierna derecha. Además empecé a sentir una gran presión en los ojos, como si alguien me hubiera golpeado.

Todo el mundo pasó por donde yo estaba y Chhang Dawa Sherpa y Sanghee pararon y me echaron una mano en la travesía. La inclinación de mi lado derecho nos llevaba directos hasta la galería de Yalung Kang.

Llegada al campo 4
Llegué al campo 4 sobre las 16:30 por mi cuenta; nevaba y no podía ver casi nada por la irritación de mis ojos, pero estaba feliz porque ahí tenía un kit de emergencia y geles. En mi tienda estaban tres sherpas y les pedí que me calentaran algo de agua, pero no tenían cerillas. Entonces me metí en el saco y acordé con Pema salir al campo 3 la mañana siguiente temprano.

Yo esperaba sentirme mejor después de unas horas de descanso y sabía que, a veces, la ceguera de las nieves desaparece tras 24 horas. Pero, por el contrario, me desperté en el medio de la noche con un gran dolor en la pierna y en los ojos. Abrí los ojos para buscar un analgésico pero solo podía ver una luz blanca; además, estaban lagrimando bastante y me los vendé. Además, corté un trozo de la media de repuesto y me vendé la rodilla para intentar controlar la hinchazón.

Con el teléfono satélite contacté con mi aseguradora en Boston para solicitar asistencia; la respuesta médica fue muy útil y comenzaron a hacer un plan de evacuación. Desde la aseguradora me pidieron que bajara a 7.000 metros y buscara un sitio donde el helicóptero pudiera aterrizar. Pema me dijo que el Platô del campo 3 era idóneo, porque estab por los 7.000 metros.

Por la mañana, ya estaba totalmente ciega; dos sherpas me ayudaron a salir de la tienda. Para mi sorpresa, Pema estaba ayudando a Mingma a embalar todo el material, en vez de acompañarme a bajar a 7.000 metros. Pensaba que Mingma y Kami eran capaces de hacer ese trabajo, especialmente Mingma, que no había trabajado en exceso durante la expedición.

Se unen al descenso Anselm Murphy y Ted Atkins
Después de un tiempo, todos comenzamos el descenso, verdaderamente épico. A los pocos minutos, Ted Atkins nos alcanzó e insitió en suministrarme Dexametasona, ya que creía que tenía un edema cerebral debido a la presión de mis ojos. Entonces acepté la inyección pensando en que me ayudaría en el descenso.

En la travesía, Mingma y su hermano me llevaron a cuestas en la cascada de hielo, algo muy difícil a esa altitud. Pema me sentó en la ruta principal al llegar al platô, y esperaba a que él montara mi tienda. Mientras tanto, escuchaba a gente descender hacia el campo 3, incluido el jefe de la expedición Indiana, que me agradeció el informe meteorológico que les había dado y me deseó suerte en el descenso.

Mi tienda estaba ya lista y acordamos que Mingma bajaría y se encargaría de coordinar al equipo de sherpas para mi rescate en helicóptero al día siguiente. Todos descendieron al campo 3 o más abajo y Pema y Little Mingma se quedaron conmigo.

El equipo de rescate del helicóptero me llamó y me pidió las coordenadas del lugar del rescate, pero yo no podía ver y decirles lo que ellos me pedían, pero les dije que estaba en el serac por encima del campo 3 y acordamos en que la tienda sería el punto de referencia.

En preparación para la mañana siguiente, mandé a Kami al campo 3, que estaba a 20 minutos, para que me trajera unos pantalones que tenía en mi tienda; pensaba que sería más fácil moverme que con mi mono de altura. Kami tardó solo 30 minutos en ir y volver, ya que, como luego me dijo, Ted y Anselmo le habían ofrecido una botella de oxígeno y él pensaba que como yo no había usado oxígeno antes, no lo necesitaba a esa altitud.

Mañana del 22 de mayo
La mañana del 22 llamé a la empresa de rescates para confirmar que todo seguía según lo planeado y me dijeron que estarían en el platô en una hora y media. Como no quedaba mucha batería al teléfono, Kami fue al campo base a cargar las baterías y a avisar a Mingma que el helicóptero estaba de camino.

Esa mañana ya podía ver algo con mi ojo derecho, aunque muy borroso. Anselmo Murphy y Ted Atkins se acercaron a ver cómo estaba, y les contesté que estaba esperando por el helicóptero, aunque ellos no creían que llegara a esta altura. Tras esto, escuchamos el ruido del helicóptero y nos animamos al ver su llegada.

Vimos como el helicóptero daba dos vueltas y empezó a alejarse en dirección a Cheram. Fue decepcionante, pero yo estaba llena de optimismo pensando que vendrían al día siguiente. Más tarde, uno de los pilotos me dijo que la zona no era la idónea como para realizar el rescate con seguridad.

En este punto, no tenía más medios de comunicación. Embalamos todo y Pema descendió con Anselmo y Atkins, mientras que Little Mingma y yo descendíamos lentamente. Tenía muchas esperanzas en poder sobrevivir a esta experiencia. Cuando llegué al campo 3, pude tomar mi primera bebida en dos días. Tampoco había comido en ese tiempo.

Dejé el campo 3 con Pema y Little Mingma, mientras que Anselmo y Atkins se quedaron allí. Antes de llegar a la travesía, le dije a Pema que bajara a su ritmo, ya que el cargaba con las cosas y yo podía bajar con Little Mingma, que iba unos metros delante de mí.

Cleo Weidlich descendiendo a C2 con mal tiempo (Anselm Murphy)

Segunda caída
Yo descendía con mi bastón al ritmo que la rodilla me dejaba y recordé que Mingma me había dicho que en esta zona había una grieta; vi la sombra de lo que parecía ser la grieta, salté sobre ella. Mi rodilla cedió violentamente y me obligó a caer sobre el camino. No tenía control de mi pierna.

En esta zona, la nieve era muy profunda, a la altura de la rodilla y se observaban indicios de que podía haber una avalancha en cualquier momento. Mi dolor iba en aumento y me quedé en la posición que todo alpinista teme, con la cabeza en el hielo inclinada hacia el peñasco. Por mis entrenamientos, sabía que podía usar mi piolet para cambiar mi posición, algo que había hecho varias veces en cascadas de hielo.

Pero también sabía que esta “nieve azúcar” debajo de la costra de la superficie me podía llevar consigo si no conseguía parar, ya que las costras de mi alrededor se habían roto tras mi caída. Como no podía hacer esa técnica de cambio de posición, decidí esperar a Atkins para que me ayudase a incorporarme. Al poco escuché a Anselm Murphy, que iba con una cámara en la mano.

Murphy y Atkins vuelven a entrar en escena
Murphy me ayudó a levantarme gracias al bastón y a la fuerza que hice con mi pierna buena. A pesar de que les dije que continuaran descendiendo sin mí, se negaron y me pidieron que utlizara algo de oxígeno que llevaban para que pudiese ir más rápido. Tras varios rápeles que hico por mi cuenta, llegamos al campo 2, donde encontramos a Little Mingma y su hermano pequeño, que Mingma había enviado a deshacer al campamento. Ambos estaban sentados esperándonos, sin saber qué había pasado conmigo. Ya tenían todo recogido y estaban listos para seguir descendiendo.

Tras ver que no paraba de nevar, y para decepción de los sherpas, decidí que era más seguro bajar a la mañana siguiente. Ellos tenían miedo por las avalanchas y las caídas de piedras, algo muy común en esta zona de la montaña, por lo que bajaron para avisar de que si no venía el helicóptero mañana, descenderíamos –Murphy, Atkins y yo- al campo base.

Montaron el campo 2 para mí y se dirigieron al campo base. Los tres pasamos la noche en mi tienda y estábamos sin cerillas ni mechero para derretir la nieve. Atkins dividió una barra de chocolate y un puñado de frutos secos que le quedaban.

A las 6:00 nos preparamos para salir hacia el campo base; a la media hora llegó Kami, que decía que el helicóptero estaba llegando; además venía con sándwiches y bebida caliente, aunque la comida estaba totalmente congelada.

Entonces vimos que llegaba el helicóptero; entre todos me ayudaron a ponerme en posición y uno de los guardias bajó del aparato; me subieron y conseguimos salir de la montaña a salvo. Veía como los ojos de Kami se llenaban de lágrimas cuando me vio irme en el helicóptero. Al llegar a Kathmandu, compartí la ambulancia con un alpinista español evacuado del Lhotse.

Me gustaría agradecer a todos los que colaboraron en mi rescate; Global Rescue, especialmente, John Barkley, a Anselmo y Ted. Además, querría aclarar que el CEO de Air Fishtail me pidió disculpas por las tergiversaciones vertidas por el Sr. Simone Moro en una revisto sobre mi evacuación médica; en ellas aseguraba haber participado en mi rescate como piloto. El señor Moro no formó parte de este equipo de rescate y no tenía conocimiento de lo que estaba ocurriendo en el Kangchenjunga en ese momento. De acuerdo con Fishtail, el señor Moro ni siquiera contaba con la experiencia suficiente como para participar en un rescate como este. Los verdaderos pilotos que me rescataron son los capitames Gregor De Beer, Jurg Segessenmann y Deepak JB Rana.

Fuente: http://www.extremos.com.br/Blog/Cleo-Weidlich/
Por: M.Marques
milton@mxb.com.br

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